Desconectarse de la realidad

Las personas podemos atravesar por situaciones que sobrepasan nuestra capacidad de afrontamiento, que sobrepasan nuestras habilidades o herramientas para manejar la experiencia que nos lastima.

Ha este mecanismo donde nuestra mente se desconecta de la realidad, se conoce como disociación, el cual se activa de forma instintiva cuando nuestro inconsciente comprende que no hay salida.

En la disociación se genera un bloqueo frente a contenidos dolorosos, la persona lleva a cabo la disociación como una forma de enfrentarse a la amenaza. Es importante señalar que no es un acto consciente, no es una decisión.

La persona que se disocia tendrá lagunas mentales, es decir, no recordara con claridad la situación que lo desborda emocionalmente. Presentará anestesia emocional, por lo tanto, sus emociones y sensaciones se diluyen o no aparecen de forma clara, no podrán nombrarlas e identificarlas. También las personas que se disocian pueden despersonalizarse, es decir, sentirse extraños a su cuerpo y al ambiente que le rodea, en ocasiones olvidando aspectos significativos e importantes de su vida, como el no recordar donde están.

Algunas personas pueden ser más vulnerables a sufrir despersonalización, posiblemente debido a factores genéticos y ambientales. Los estados de estrés y miedo intensificados pueden desencadenar episodios. También puede estar relacionado con traumas de la infancia u otras situaciones o sucesos que causan trauma o estrés emocional grave. Vivir una experiencia de disociación es una invitación a buscar ayuda profesional, para recibir el medicamento psiquiátrico, la atención o el acompañamiento psicológico necesario y el cuidado y comprensión de las reacciones experimentadas.

Es importante que ante este evento se busque un espacio donde la persona pueda recuperarse. Por ello, CADE te ofrece un espacio seguro y cálido, donde tú familiar o amigo podrá recuperarse.