¿Por qué me doy atracones?

En muchas de las ocasiones es difícil dimensionar el nivel de angustia que puede estar experimentando una persona con un trastorno alimenticio, pues desconocemos lo que antecede este tipo de enfermedades. La Bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria donde aparecen episodios de atracones recurrentes, además de conductas compensatorias para intentar impedir la ganancia de peso, como son uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos; ayuno, y ejercicio excesivo.

Esto que hemos descrito no nos habla de los sentimientos que se encuentran atrapados en la persona que padece trastorno de Bulimia, usualmente la persona se encuentra luchando con la necesidad de llenar o tapar una falta o necesidad emocional. El frecuente miedo a engordar, propicia la aparición de conductas compensatorias, la culpa que muchas veces puede señalarse como falta de voluntad de la persona, agudiza los estados de ansiedad, ocasionando estados depresivos y baja autoestima.

¿Cómo se altera el cerebro en este tipo de padecimientos?

Existen estructuras en nuestro cerebro que nos ayudan a regular nuestra respuesta ante estímulos aversivos, una de ellas es la amígdala, es un agente muy importante en la regulación del estrés y las emociones si esta estructura se encuentra afectada, sobre todo por la presencia de situaciones de tensión, la amígdala responderá con miedo y ansiedad.  Por lo tanto, en el caso de la Bulimia la persona no puede generar una respuesta rápida para frenar el episodio de atracón, pues el proceso de la toma de decisión o la medición de riesgo, se encuentran de alguna manera “apagados” por lo que utilizar respuestas efectivas y  asociarlas a respuesta emocionales de anticipación, resulta sumamente complicado.

¿Qué debemos entender en este tipo de trastorno?

No perder de vista que la Bulimia expresa un problema de índole afectivo, en el que se pueden estar intentando llenar o cubrir sentimientos crónicos de vacío a través de la comida.  

La persona con este padecimiento puede generar mucha frustración e ira al sentir que no puede controlarse y sentir miedo a ser descubierto, rechazo hacia sí mismo o los demás, ocasionando paulatinamente su aislamiento. Así mismo presentar sentimientos de inseguridad, desprotección y desesperanza al sentir que no se puede salir del círculo de ingerir y vomitar.  

Esto aunado a las alteraciones que ocurren a nivel cerebral nos habla de que una persona con esta enfermedad, le es más fácil reconocer las recompensas inmediatas, pero no puede evaluar si esas recompensas serán riesgosas para su salud, por lo cual este trastorno detona comportamientos de irritabilidad, desinhibición e impulsividad, que dificultan las relaciones con su entorno, por lo cual es sumamente importante entender que la persona puede llegar a sentir que se encuentra luchando contra sí misma y el mundo.  

La atención multidisciplinaria es fundamental en el tratamiento de estos pacientes, puede ser de forma externa si la evaluación previa del paciente lo permite o interna, cuando existen complicaciones médicas y psicológicas.