¿Cuándo saber si estoy curado?

Todas las personas que vamos a terapia nos preguntamos cuando será el momento en el que podré decir que estoy curado. Vemos la curación como un momento inalcanzable, sobre todo porque tenemos la creencia errónea que podremos empezar a vivir hasta ese momento.

La terapia es un proceso de crecimiento, en el cual aprendemos de nuestros errores, los cuales tienen un significado y un lazo profundo con aquellos eventos dolorosos de nuestra vida. Revisamos nuestros recuerdos y encontramos nuevas emociones y experiencias que quedaron ocultas en nuestro interior y que sin darnos cuenta, determinan nuestro actuar.

La terapia es una invitación a sanar nuestras heridas, pero al mismo tiempo es una forma de vida, ya que se aprende a razonar y actuar de una forma sana y amorosa, para mí y para el otro.

Estar curado es aprender a quererme, reconociendo mis cualidades y mis defectos, lo cual puede llevarnos a ser tolerantes con nosotros mismos y con los otros, ya que dejó de creer en la perfección. Amo todos aquellos aspectos luminosos de mi ser, pero acepto aquello que desconocía, que me ha llevado a lastimar o destruir sin ser consciente.

Estar curado es haber entendido que esa experiencia traumática, me lastima y me marca, por la forma que la vivo, por la forma que la recuerdo, por todos aquellos significados que construimos de cada una de las imágenes, palabras y sensaciones que experimentamos. No debemos olvidar que el significado tiene relación con la capacidad de consciencia que tenemos en ese momento. Por ejemplo, un niño, desde su pensamiento mágico cree poder detener la agresividad de su padre, por lo tanto crecerá con culpa por no poder defender a su madre. Así que el adulto sano conoce y cuida a ese niño interno que sufrió maltrato, que vivió soledad, ese niño interno que puede aparecer ante los acontecimientos del presente que le recuerdan ese ayer no resuelto. Al sanar, volverá esa capacidad creativa, no seremos invencibles, pero si seremos seres capaces de levantarnos después de caer. Reaccionaremos a lo inesperado, desde una postura constructiva. Perder a algo o a alguien, ya no será motivo de quebrantamiento, será una oportunidad dolorosa, que nos invita a descansar para volver a continuar.

Las relaciones con los otros serán un encuentro donde se generan aprendizajes. Se reconoce la independencia y se acepta la necesidad del otro. Es decir, puedo relacionarme sin miedo, sin desear controlar, sin esperar nada a cambio. Valorando lo que el otro me ofrece.

Sanar es poder aceptarme como un adulto que puede cuidar, amar, valorar y construir, para él y para el otro. No olvides, que sanar es un trabajo que se construye día a día con pequeñas y grandes decisiones. Tomar tu medicamento, asistir a terapia, analizar las decisiones que tomas, elegir con quien caminas y disfrutas tu vida, TODO esto es parte de la cura.